Egeria en la mitología romana era una de las ninfas de Venus que vivía en la fuente del manantial de Porta Capena (Roma). Era Diosa de las fuentes y los partos y su función consistía en proteger a las novias (futuras madres) y a las embarazadas, se decía que adivinaba el futuro del recién nacido.
Estaba casada con Numa Pompilio (2º rey de Roma, quién creía que Júpiter había dotado a Egeria con grandeza, Minerva con sabiduria, Juno con amor por la naturaleza, y Venus con belleza) a quién enseñó a ser justo y sabio. Le inspiró legislación religiosa; también le enseñó plegarias y conjuros eficaces. Éste rey escribió todas las enseñanzas de Egeria en pergaminos que constituyeron 'Los Libros Sagrados' que fueron enterrados junto a su cuerpo. Al morir él, Egeria lo transformó en un pozo en Ariccia que gemía al igual que ella al fallecer Numa y lloró tanto que se convirtió en fuente.
Cuenta la leyenda: "En un importante manantial, habitaba la ninfa Egeria, amante de Numa, el famoso sacerdote-rey. Cuenta la tradición que Egeria acudía a diario a conversar con las nueve musas, inspiradoras de la poesía, la música, la danza, la astronomía y otras artes, transmitiendo estos conocimientos, que de ellas aprendía, a Numa, quien, de esta forma, pudo crear y organizar el calendario litúrgico romano, fijando las fechas de las festividades dedicadas a cada dios, la ceremonias y la legislación oportuna. Cuando con el correr de los años falleció Numa, Egeria se sintió tan desconsolada que todas las ninfas y la misma Diana acudieron en su consuelo. La diosa acabó convirtiéndola en un claro y fresco manantial."
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